Fueron años complicados, mucho… y de mucho trabajo. Podría decir, sin exagerar, que los «tétrados» incluso dormíamos con la toga puesta por si tocaban a rebato sin avisar. Pero sabíamos frenar de cuando en vez, el día de autos sin ir más lejos.
Qué retranca la de Luis, D. Luis Lago Rodriguez… y poquito después llegaría aquel 30 de junio en el que se nos murió…
Siempre te recordaré.
Fuente Elena Etxegoyen