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Alarde de Hondarribia y tolerancia. Por Joxemi Ochoteco

EL ALARDE DE HONDARRIBIA

Joxemi Ochoteco Aguirre

Aquellos que proponen el “Alarde único” como solución alternativa dicen hablar en nombre de la tolerancia. Pero detrás de ésta actitud “jatorra” se esconden otro tipo de intenciones. Esta proposición se ha mostrado como actitud de tolerancia, mientras que la definición de tolerancia radica en la aceptación de la idea del otro, aun siendo diferente. Esta aceptación supone el no cambiar las ideas del diferente, no marginarlas y no denostarlas. Por lo tanto, ¿Cómo integrar dos ideas incompatibles sin que ninguna de las dos pierda identidad y significado?.

La respuesta es fácil: es imposible. Así como el aceite y el agua son inmiscibles  las dos visiones y posturas sobre el Alarde, mixto o tradicional, son incompatibles. Por lo tanto, la única vía tolerante a éste supuesto problema es la aceptación de los dos. El hacer dos Alardes y el respetar ambos sería la actitud tolerante por excelencia. Además y viendo otros ejemplos y actitudes de años anteriores, y sabiendo que el camino ya está previamente determinado, ¿Por qué no seguir por la misma senda?. ¿Qué otro tipò de intereses pueden subyacer a éste nuevo enbido disfrazado de tolerancia?. Está claro, aquellos que quieren un único Alarde

Quieren imponer su opción sobre la otra, por lo tanto, los intolerantes son aquellos que quieren imponer un único Alarde y no admiten la posibilidad de dos Alardes. Son incapaces de admitir otro Alarde. Y yo me pregunto: ¿ porqué no se pueden hacer dos Alardes?, Hondarribia es lo suficientemente grande para ello, es lícito y cabe la posibilidad de poder organizar dos Alardes diferentes.

Sin embargo, unos pocos dicen que hay que superar el Alarde mixto y pretender imponer su presencia en el Alarde tradicional. Estos son los llamados tolerantes, los que son demócratas, y (como tantas veces hemos oído) son los formados y cultivados, y no los primitivos. Y todo éste atrevimiento y arrojo, lo justifican creyendo que los jueces les han dado la razón.

Dejando a un lado los matices y flecos, sus reivindicaciones no han sido admitidas en los Juzgados, a pesar que los medios de comunicación han querido demostrar lo contrario.

Admito la opción de entender el Alarde de formas diferentes. Lo mismo pediría a las diferentes opiniones y opciones de entender una fiesta ritual como ésta. Por lo tanto, yo no niego el derecho de opinión a alguien que piense diferente a lo que yo pienso u opino, y no quisiera que se privara de éste derecho a nadie. Pero del mismo modo, pido que se aplique lo mismo hacia mi persona y exijo que se respeten mis derechos. Así mismo, teniendo en cuenta que el Alarde tradicional se ha constituido en Asociación privada, tiene motivos para que ésta opción sea también respetada  con las garantías que protegen al Derecho Privado. A una Asociación Privada, ningún ente foráneo a ésta le puede imponer otras formas de organizarse. La participación como público en el Alarde tradicional no está impedida a nadie. Sin embargo, como ente activo en el evento, la participación sí está limitada. ¿Es por esto que los derechos de una parte están conculcados? Por supuesto que no. Pero en el caso del Alarde es muy fácil y cómodo hacer demagogia utilizando el argumento del derecho, y se suelen crear consecuencias de gran publicidad y repercusión mediática.

Está en juego algo más que la libertad de las mujeres para desfilar en el Alarde, es decir, lo que está en juego es la libertad individual de cada uno de poder interpretar y expresar, de poder tener una opinión propia, y la libertad de poder decidir, decir y compartir en comunidad en qué tipo de Alarde se desfila. La propuesta  de aquellos que propugnan el Alarde único como supuesta solución, no es más que un insulto a la inteligencia y al sentido común. Acaso es lícito suplantar un derecho mediante otro derecho?. De ningún modo. Los que proponen el Alarde único, los tolerantes, están practicando  la perversión del derecho utilizando la demagogia, oprimiendo e insultando la libertad, la libertad de todos.

Quisiera subrayar, que a pesar de no ser un asunto de estrictamente de derechos, todos los años escuchamos en boca de muchos, y en los medios de comunicación, la cantinela de siempre: “Los derechos no se votan”.

Nunca más lejos, ya que ésta es una falacia total. En cualquier lugar del mundo civilizado actual, en cualquier momento, los derechos se regulan, se votan, se mejoran, se cambia, se administran y un largo etcétera-

 

Acordémonos , y no lo olvidemos:  !está en juego la libertad!. La de todos, no la de unos pocos.

 

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